Metrodemadrid.Vuela.

Estaba bajando las escaleras del metro cuando me he parado a comprar una chocolatina. Me absorbía el cerebro una de esas máquinas tentadoras que te hacen parar desfallecida del hambre después de un duro día de trabajo. Mientras metía el dinero en la máquina he escuchado el metro llegar y me he dado más prisa por no perder el tren.

A 24. Agotado.

Vale pues...

A26.
Cae la chocolatina y escucho que el tren marcha mientras bajo de dos en dos las escaleras mecánicas. Una vez en el andén me doy cuenta de que este no era el tren que yo cogía, era el de enfrente y aún estaba a tiempo de cogerlo.

Tiro la chocolatina a la basura. No quiero comer, pero tampoco quería coger el tren.

Se me ha olvidado lo que quiero en cada momento, aunque lo necesite para no llegar tarde o simple alimento.
Impredecible, o más bien, desequilibrada.